Hay personas que parecen dispuestas a ayudar por encima de sus posibilidades, otras infravaloran sus acciones, éxitos y logros. Son los conocidos como síndromes del salvador y del impostor.
Existen relaciones en las que una de las partes necesita sentirse necesitada. Esta tendencia a ejercer el rol de cuidador y ofrecer ayuda incluso cuando no es requerida, siendo capaz de dejar de lado las propias necesidades y sentimientos por las del otro, es conocido como el síndrome del salvador. Las personas con síndrome del salvador viven por y para ayudar a los demás, de este modo se sienten valoradas y evitan mirar hacia sus propias necesidades. Esta actitud de ayuda unilateral suele darse más en las relaciones de pareja, pero también puede verse en otros tipos, como por ejemplo entre padres e hijos.
Por otra parte, hay personas que son incapaces de aceptar sus propios logros y habilidades o sufren la sensación de ser un fraude en algún momento de su vida. Es el llamado síndrome del impostor, un problema que afecta con más frecuencia a jóvenes, personas con altas capacidades y mujeres. Al considerar que no están a la altura, suelen atribuir su éxito o habilidad a la suerte o la casualidad, por lo que tienden a poner un foco en lo ajeno a uno mismo a la hora de explicar su reconocimiento en ámbitos laborales, académicos o sociales. Además, muestran gran preocupación por que los demás pudieran descubrir que no son tan inteligentes o habilidosos como parecen.
Ambas actitudes, a pesar de no ser reconocidas como de trastornos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), tienen en común que pueden producir problemas de salud mental como baja autoestima, dependencia emocional, sentimientos de fracaso e impotencia, poca realización personal, ansiedad, nerviosismo crónico, desconfianza y depresión, por lo que en algunos casos las personas que los manifiestan necesitan la ayuda de un psicólogo profesional.
¿Cuáles son las causas de los síndromes del salvador y del impostor?
Son varios los factores que pueden provocar el síndrome del salvador: déficits de autoestima y de habilidades sociales, la educación recibida, las influencias y exigencias de la sociedad y las relaciones que establecemos y el tipo de personas con las que nos vinculamos. Las personas salvadoras también suelen tener una necesidad de aprobación y aceptación por parte de los demás. Cuando no pueden ayudar a otras personas, se sienten extremadamente frustradas, poco valoradas y perdidas. Por ello necesitan encontrar una persona que requiera de sus cuidados. Aquí entra en juego el perfil del salvado, que suele caracterizarse por una personalidad dependiente, con poca seguridad en sí mismo y baja autoestima.
En el caso del síndrome del impostor, existen algunos factores que pueden causar este sentimiento de insuficiencia y de duda crónica, como la baja autoestima, falta de seguridad en uno mismo, inseguridad por experiencias vividas o cambios en la vida académica o laboral. Contrariamente a lo que se podría suponer, no está asociado a una tasa alta de fracaso o a un historial de malos resultados académicos o laborales, sino todo lo contrario. A pesar de que la persona pueda contar con el reconocimiento de méritos y logros, se asocia una sensación de fraude ante los nuevos retos.
Consecuencias de los síndromes del salvador y del impostor.
Las personas que padecen el síndrome del salvador, al basar su felicidad en la de la persona que ayuda, olvidan sus propios deseos, motivaciones y necesidades. Lejos de tener una vida plena por ayudar a los demás, esta forma de comportarse les produce emociones negativas como ansiedad y frustración por una satisfacción que nunca llega del todo y un miedo a no ser valoradas que les impide romper con esta dinámica.
Las dudas constantes sobre el propio rendimiento, aptitudes y competencias que sufren las personas con síndrome del impostor les generan un exceso de autocrítica, un fuerte miedo a no estar a la altura de las expectativas que ellos mismos están creando y una tendencia a atribuir el éxito a la suerte o a otras personas. El resultado es un auto-boicot crónico y temor y ansiedad constantes a ser descubiertos como un fraude.
La terapia psicológica es la solución que nos ayudará a identificar y corregir estas conductas o sentimientos que nos generan infelicidad y, en consecuencia, a aumentar nuestra calidad de vida. Si te sientes identificado con alguno de estos síndromes, tienes alguna pregunta o quieres informarte sobre las terapias para afrontarlos, ponte en contacto con nosotros a través del siguiente formulario: