Vivimos inmersos en la rutina del día a día. El tiempo cada vez pasa más deprisa y la sensación de perdernos algo (FOMO) aumenta. La industria del entretenimiento se ha convertido desde el final de la pandemia en un nuevo bastión del capitalismo. Un sector al alza que lejos de premiar la creatividad fomenta la competitividad, con las consecuentes reacciones de ansiedad y estrés en la población y trabajadores del sector.
Las dificultades a la hora de mantener unos ingresos y cotización regulares contrasta con el aumento de festivales en los últimos años. Estamos realmente ante un sector que enriquece al trabajador o al empresario? Somos los usuarios y consumidores de música libres a la hora de tomar decisiones sobre lo que consumimos?
La banda VVV (Tripin’ You) también habló sobre las dificultades para mantener unos ingresos regulares “Se vive de forma precaria y no sabes qué vas a cobrar al mes siguiente. Ahora mismo nosotros tocamos en muchos sitios e igual nos da para vivir unos meses, pero en seis u ocho meses eso puede haber cambiado y ya no puedes vivir de ello.” Y de las trabas burocráticas del entramado de la industria “Las cuentas de Spotify son totalmente opacas y, en medio, hay una serie de intermediarios que esquilman aún más las ganancias de los músicos, así que lo que nos llega es una auténtica miseria”
En la publicación que hice para el periódico nacional El Diario recojo datos, voces y reflexiones sobre la evolución de este sector, canibalizado por el poder del dinero.