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Escapar de la realidad: Los trastornos disociativos

Seguramente en alguna ocasión te ha ocurrido que sales del trabajo algo abrumado y aturdido tras una jornada laboral más intensa de lo que esperabas, sin lograr quitarte de la cabeza el gran número de tareas que te han quedado pendientes. Caminas rumbo a casa y cuando llegas a tu destino te das cuenta de que no eres capaz de recordar casi ningún detalle del trayecto que acabas de realizar.

Todos en algún momento hemos experimentado un episodio de disociación, un proceso por el cual nos distanciamos de ciertas experiencias o emociones que, por el motivo que sea, desbordan nuestras defensas. De hecho, disociarse se puede considerar un mecanismo natural de autodefensa de nuestra mente ante situaciones que nos causan estrés o preocupación.

Sin embargo, este recurso de adaptación de nuestro cerebro puede convertirse en un arma de doble filo. En el momento en el que una persona escapa de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, que repercuten en su funcionamiento diario y calidad de vida, puede estar sufriendo un trastorno disociativo.

Según algunos estudios, la prevalencia del diagnóstico de estos trastornos en la población puede llegar hasta el 41%. Freud en 1893 ya hablaba de la “Escisión de la conciencia” y de la “Teoría de la Neurosis”, donde el trauma infantil se manifestaba de forma disruptiva en el presente. Con el paso del tiempo y los nuevos estudios, diversos autores hablan de un proceso en el que la percepción de control sobre el entorno por parte del sujeto sufre una alteración.

Hablamos de un trastorno que, aunque cada vez se habla más de él, sigue siendo un gran desconocido socialmente, con gran variabilidad en la evolución de los criterios que la definen. En estos casos, más que nunca se hace imprescindible contar con ayuda profesional cualificada, ya que es indispensable valorar la gravedad del estado de desconexión con la realidad y buscar posibles soluciones desde un acompañamiento clínico.

¿Qué son los trastornos disociativos?

Cuando hablamos de trastornos disociativos, nos estamos refiriendo a un grupo de psicopatologías caracterizadas por alteraciones o fallos en la memoria, la identidad, la conciencia y la percepción. Conllevan una desconexión entre pensamientos, recuerdos y acciones que puede provocar que la persona salga de la realidad de forma involuntaria, suponiendo una verdadera limitación en la vida de quien los padece.

Generalmente, los trastornos disociativos son provocados por una situación de un gran impacto emocional o un acontecimiento traumático, es decir, sucesos que resultan incontrolables, y pueden amenazar la integridad física y psicológica. Entre sus síntomas y signos más característicos se podrían incluir pérdida significativa de memoria, falta de sentido de identidad propia, sensación de desapego de emociones y episodios de depresión y ansiedad. No obstante, variarán dependiendo del tipo de trastorno disociativo y del individuo que los padezca.

Según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, la disociación se considera experiencia de desconexión entre mente y cuerpo, como mecanismo de defensa inconsciente ante un evento traumático.

Una de las teorías más coherente sobre este tipo de trastornos es la desarrollada por el psicólogo holandés Onno Van der Hart en el que habla de un grado de división de los sistemas psicobiológicos, consecuencia de las implicaciones de un proceso de traumatización, donde las partes disociadas se manifiestan en forma de síntomas. Por concluir de forma reductora, sería algo como una desconexión entre el yo y el entorno.

Tipos de trastornos disociativos.

Según el Manual de Criterios Diagnósticos (DSM), los grados más severos de la disociación pueden llegar a convertirse en una patología, como por ejemplo:

  • Amnesia disociativa: consiste en la pérdida de memoria ocasionada por un suceso traumático o estresante. Por este motivo, está originada por elementos psicológicos, y no por factores fisiológicos. Suele tratarse de amnesia localizada o selectiva de un suceso o sucesos específicos, pero incluso puede manifestarse como una amnesia generalizada de la identidad e historia de vida. Es más común en personas que han sufrido experiencias traumáticas en la infancia, violencia de género o agresiones físicas.

  • Trastorno de despersonalización/desrealización: se asocia a una actitud afectiva aplanada y robótica ante un acontecimiento traumático. El deterioro se experimenta por la baja emocionalidad, la dificultad subjetiva en el enfoque, la retención de la información, y a una sensación general de desconexión de la vida. Habitualmente se presenta después de haber sufrido un accidente, un asalto o una enfermedad grave. Es importante señalar que los momentos ocasionales de despersonalización son comunes y le ocurren a muchas personas, por lo que este trastorno solo se produce cuando los episodios de despersonalización son recurrentes o prolongados.

  • Trastorno de identidad disociativo: se asocia con experiencias abrumadoras, eventos traumáticos y abusos en la niñez. Puede generar alteraciones en la afectividad, la empatía, el comportamiento, la percepción, la concentración, la memoria y el conocimiento. Sin embargo, por lo general no presenta cambios de identidad, sino conductas como solapamientos e interferencias entre estados mentales con síntomas relacionados a las interrupciones de la experiencia.

  • Fuga disociativa: Consiste en la realización de viajes repentinos con una marcada confusión en la identidad personal, con gran incapacidad para recordar el pasado.

La terapia como solución ante los trastornos disociativos.

La disociación es un mecanismo que nuestra mente puede adoptar para afrontar experiencias traumáticas. Sin embargo, si se mantiene activo puede ocasionar trastornos disociativos patológicos como los que hemos visto en el apartado anterior.

La terapia ha demostrado ser el tratamiento más efectivo para este tipo de trastornos. Se encargará de que el paciente identifique sus síntomas, desarrolle habilidades para conocer los factores desencadenantes y, finalmente, genere herramientas para controlarlos.

Uno de los recursos que utilizamos en nuestras terapias es el abordaje psicoterapéutico EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares), ya que es una de las técnicas más efectivas para el tratamiento de las trastornos emocionales provocados por experiencias difíciles en la vida de las personas.

Si buscas una solución a tus problemas, o quieres informarte sobre nuestras terapias, ponte en contacto con nosotros. Nos puedes localizar en el teléfono 659292692, en el correo contacto@garnelopsicologia.com o a través de nuestra página web. Estamos para ayudarte.

Referencias: González, A. (2010) “Trastornos Disociativos” Ed. Pléyades

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